Cuando seas pae comerás huevos. Eso sí, si lo quieres tiernos, duros los masticarás... o si en tortilla, estrellados serán. ¿Rotos? Del suelo los rebañarás. Sin que nadie la viese, hurtó del gallinero los huevos a las ponedoras o progenitoras. El pequeño remolino de dos añitos entró con un huevo en cada mano, las estiró orgullosa enseñando lo que traía a su papá. Dando saltos de emoción, resbalaron de su deditos estrellándose en el suelo de la cocina. En la atmósfera se hizo un silencio momentáneo. Sin pensarlo, levantó las manos en cruz con las palmas abiertas al cielo. Sus ojitos brillantes dijeron contentos: 一¡Oh!¡ oh! S'asplotao! No pasa ná. No pasa ná.