A ese árbol atrapado entre las cuatro esquinas de mi ventana, a ese que sus raíces crecen en tierra de cemento, que cada vez que pare brotes tiernos el humano le mete tijera sin piedad, al que parece feliz en su solitaria soledad… dudo de si, realmente, lo será. A él le digo: "Siéntete feliz, porque cada vez que me asomo al ventanal, a mi me haces sonreír, me das felicidad"
Madre tierra, enfermera, enfermedad y medicina. Seamos curanderos de su herida, sólo así sanaremos nuestro cáncer dormido, ahora despierto. Su reloj de arena no tiene quien le dé la vuelta. Ha entrado en parada cardiorrespiratoria. Insuflemos aire a Madre Tierra. ¡Necesita oxígeno! El oxígeno intubado curó mi pulmón enfermo. Seamos tubo en su garganta, oxígeno en su pulmón, cigoto en su vientre… y como buenos cómplices, abracemos a la pachamama. Inhalemos. Exhalemos. Respiremos…con ella. Las lágrimas conmueven, pero no curan la naturaleza, reblandecen la herida , menos dosis saladas y más metaforacrormina. Menos ¡ay que pena! más reciclaje, más replantación, más ayuda, más voluntarios y no voluntarios, salvando el planeta.