La digestión de la naturaleza ha llegado a ser un fiero ardor incontrolable de contaminación.
Me pregunto qué tan fecundo será el embarazo de Madre Tierra, preñada de ardores ceniza.
El raciocinio me responde que tan fecundo como el de un embrión funesto que nacerá con un ataúd por pan.
Un chiste macabro,
sarcástico e irónico,
que ojalá no se lea en su lápida.
Salvemos a Madre Tierra,
limpiemos sus raíces
y oxigenemos sus entrañas.
Tengo un secreto, uno que hierve y quema la sangre, a pesar de las curvas, a pesar de los baches, a pesar de los descarrilamientos y de los accidentes anormales… Amo estar viva, amo respirar suave, amo la vida en todas sus fases.
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