Ir al contenido principal

Cuatro días de tres meses

   Un día de julio.

Todavía estoy viva, 

todavía sigo dando guerra, todavía. 

Todavía me visita Santa Regla 

(mi Virgen a los cincuenta y tres), 

los opiáceos y la siesta por cojones. 

El insomnio y el dolor 

también me visitan, todavía. 

Todavía siento a medias tintas, 

todavía me aferro 

a  la baranda de la escalera 

para subir los escalones, 

todavía los bajo 

echando horas extras…

pero todavía los bajo.


   Un día de agosto.


Hoy toca resonancia. 

Que el tumor no haya crecido. 

Ha crecido. 

Se descarta la quimio. 

Imposible una nueva cirugía. 

La alternativa: Radiocirugía. 

Diosito, 

que no haya efectos colaterales, 

ya me cuesta sobrellevar 

los que tengo.


   Un día de octubre. 


Radiocirugía. 

La corona de hierro no ha resultado 

tan mala como esperaba, 

sólo algo aparatosa e incómoda. 

Esta tarde, aquí, esperando la llegada 

de los efectos secundarios. 

Que sean leves, livianos…

y pueda superarlos. 


   Siguiente día de octubre. 


La primera noche ha sido larga, 

sudorosa y con algo de sangre. 

He amanecido con niebla en la cabeza,  

somnolienta y cansada. 

El sueño ha sido ligero, 

he escuchado la serenata 

de unos gatos peleando 

que más bien parecía 

una pesadilla estridente.

Sigo agotada 

y como la bella durmiente, 

con ganas de cama.


(2021, octubre)


Comentarios

Entradas populares de este blog

YA NO ES UN SECRETO

  Tengo un secreto,  uno que hierve y quema la sangre,  a pesar de las curvas,  a pesar de los baches,  a pesar de los descarrilamientos y de los accidentes anormales… Amo estar viva,  amo respirar suave,  amo la vida  en todas sus fases.

MALDITA CUNA, CAMA BENDITA

  En la cama no duermo, rezo. Le pido que abrace el cuerpo, entienda el dolor, alimente el espíritu y escuche los miedos; que los transforme y los amase en un pan de pueblo de miga blanca, recia, alegre, juguetona… una miga tierna y agradable al paladar, capaz de apapachar el estómago y el alma.  —¡Arropa mi frío! —le grito. Me regala silencio, soledad, paz…Me inyecta calma  y el chute de adrenalina justo y preciso.  También es una bruja que me hace cosquillas para robarme las horas, pero igualmente la quiero.

BELLEZA INTERIOR

  Los ojos del alma ven lo invisible:  Lo divino. La esencia. El espíritu.  El oído interno escucha lo inaudible:  Lo emergido. Lo sumergido. La frecuencia.  El olfato oculto huele lo imperceptible:  Lo enterrado. Lo fosilizado. Lo amordazado. El gusto escondido degusta lo increíble:  La nostalgia. La anestesia. La hipogeusia.  El tacto sumergido siente lo imposible:  La presencia. La ausencia. Lo infinito.