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Sin bailar

 Se nos va la eternidad corriendo 

en el maratón de la vida, 

sin darnos cuenta de nuestra cojera 

y cuando llegamos a la vejez 

entramos en cólera 

por el tiempo perdido 

¡Maldita ceguera!  

Nos quedamos sordos 

del oído izquierdo 

mientras la vida canta 

y ya no podemos bailarla 

porque no escuchamos su ritmo.


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BELLEZA INTERIOR

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UN ÁTICO EN LA LUNA

  La inquilina de la luna, en las calurosas noches del estío veraniego, cuelga de una de las puntas el bañador y la toalla. Se asoma al precipicio, usa como trampolín su pico y desnuda como ella, se lanza a la embravecida sal naturista salpicando los volantes de espuma de la piel del mar. La blancura de las tres desnudeces destilan brillo y pureza. Durante el chapoteo, el espíritu de las estrellas desciende, toca y bendice su loca alma, con luz de espejos rotos. Las poros resuman paz, los finos vellos reverberan calma,  el efluvio mudo…  muda cantos de esperanza,  con tono de lira griega  rasga notas en el pentagrama.  Dos almas danzan sordas  y una canta brava: "Salvación y sanación grata" Bien adentro de la noche,  rozando la madrugada del alba,  recojo el testigo que me transforma  de inquilina en amiga de la Dama.