La digestión de la naturaleza ha llegado a ser un fiero ardor incontrolable de contaminación.
Me pregunto qué tan fecundo será el embarazo de Madre Tierra, preñada de ardores ceniza.
El raciocinio me responde que tan fértil como el de un embrión funesto que nacerá con un ataúd por pan.
Un chiste macabro,
sarcástico e irónico,
que ojalá no se lea en su lápida.
Salvemos a Madre Tierra,
limpiemos sus raíces
y oxigenemos sus entrañas.
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