Hubo un tiempo
en que la sonrisa
estuvo huida de su rostro.
Triste y llorosa, enmudeció.
La expresión ceniza,
gris y turbia ahogó su brillo.
Tal vez, ella misma la apagó,
relegando su alma
a un destierro cruel.
Olvidó
su baile de versos,
su fandango de aire,
su canción de besos,
su metáfora de agua,
su abrazo de fuego.
Entre huracanes
encontró viento.
Un jardín entre los truenos.
Entre los músculos rotos,
el brazo de hierro.
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