Hay que aferrarse a las ninfas
que vuelan nuestros suspiros,
esas que nos enseñan
baladas y pasos de baile.
Es de sabios vibrar en quejíos
y con las dulces sílfides,
zapatear versos en papel
y fandangos de aire.
Hay que aferrarse a las ninfas
que vuelan nuestros suspiros,
esas que nos enseñan
baladas y pasos de baile.
Es de sabios vibrar en quejíos
y con las dulces sílfides,
zapatear versos en papel
y fandangos de aire.
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