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CANSADA DE LLORAR

 Sin energía en el brazo de hierro, 

que mojado se oxida. 

Sin ganas. Nada. 

Quiero estar sola. 

Escondida en la oscuridad. 

Salgo de paseo por obligación. 

¡Con lo que antes me gustaba!

Pies de arena,

rotos, huecos…

cansados de andar.


—¿Cómo estás?

—Mejor.

 Mentira, llora mi interior.

—Me alegra mucho verte. Estas hecha una campeona. Cada vez te alejas más. 

Sonrío, pero no estoy a gusto.

Me urge la soledad, que no haya más preguntas, ni miradas. Quiero ser invisible. Cerrar los ojos y despertar como antes. Añoro cuando mi cuerpo era capaz. 

Tengo los labios mustios, la vista cansada y la sal a punto de derretirse sobre las pestañas. 


—¡ Qué bien te veo!

— Gracias. Gracias. 


Ahora la sonrisa es forzada. Mi alma se siente  mal.  Sí, es así de tonto, lo se. Ven la fachada y yo la vivienda; tengo morriña de mi antigua fortaleza interior. 


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MALDITA CUNA, CAMA BENDITA

  En la cama no duermo, rezo. Le pido que abrace el cuerpo, entienda el dolor, alimente el espíritu y escuche los miedos; que los transforme y los amase en un pan de pueblo de miga blanca, recia, alegre, juguetona… una miga tierna y agradable al paladar, capaz de apapachar el estómago y el alma.  —¡Arropa mi frío! —le grito. Me regala silencio, soledad, paz…Me inyecta calma  y el chute de adrenalina justo y preciso.  También es una bruja que me hace cosquillas para robarme las horas, pero igualmente la quiero.

BELLEZA INTERIOR

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