Cuatro paredes ciegas,
sus esquinas sordas y
un techo que amortaja los sueños
y aplasta las noches.
Una aguja ensarta la ventana
y la cuelga de la chimenea,
donde no me puedo asomar.
Una cremallera encierra los deseos
y roba los pulmones.
La brisa se lleva todas las ilusiones.
El cielo, con todas
sus estrellas y constelaciones,
se cae sobre la cama…
y la cosa, pesa un huevo.
Un huevo de hierro,
que voy a usar
como bastón de ciego,
como bomba de mano
con un objetivo certero.
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