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Mostrando entradas de enero, 2022

Lubricación

  ¿Por qué piensas tanto como parpadeas? Para lubricar. ¡¿Lubricar?! Sí, se parpadea para lubricar los ojos  y se piensa para lubricar la mente. ¡Hay que hacer las cosas bien!

Grito de mujer

  El grito se ahogó  en las cuerdas vocales.  Enquistado, quedó en el olvido,  para cuando se le permitió chillar,  tuvo que hacerlo  con un poema escrito,  la voz hacía siglos  que había huido. Nadie escuchó su queja…, no todo el mundo lee verso  y muy pocos lo entienden.

Ganas de ti

  La ganas desnudas de vivir  son mi verdadera fortaleza, ejército de la mente  y escuadrón del alma.  Forjan coraje, luz interior  y fe para el brazo de hierro. Abren la puerta  a los versos enjaulados  y me regalan la calma  y la paz que necesito. Ejercicio y alimento bendito. Bendita y mágica inspiración,  ¡gracias por visitarme!,  me devuelves el trocito de vida  que me he robado.

Morriña

  Añoro el rosal silvestre,  el tomillo enano,  el río, la montaña, el sendero escarpado. Añoro la arena, la playa,  el río y el prado…,  pasear el silencio  escondida del llanto…, la risa, la tranquilidad,  la independencia, el trabajo. Añoro la salud, esa que el cuerpo  tanto ha deseado.

Mis aventuras. Pinocho.

  Aquella mañana, por casualidad, tropecé con una linda miniatura llamada hada Verde. Me preguntó si escuchaba el llanto desconsolado de la Selva. Por más que intenté sintonizar mi oído de madera sorda, no conseguí escuchar nada. Mi pequeña amiga, cada vez más angustiada, bullía de un sitio a otro sin control, le zumbaban las alas de tembleque en tembleque con eco de gemidos. Enjugué sus lágrimas con delicadeza y abracé sus sollozos con mi luz, dándole calidez.  Ella tenía la magia conectada a la de Madre Tierra, la sentía quemada, desfallecida, falta de oxígeno, sufriendo un paro multiorgánico... yo, envidiaba esos lazos de energía entre las dos. Ella, dándose cuenta, clavó con rabia su hechizo en mi cuerpo, la maldición me humanizó, al instante supe que debía ayudar, ella me entendió, yo la escuché. Como no podía concentrarse para hacer su abracadabra, le presté mis orejas de quita y pon. Así desconectó del ruido ambiental y con su varita de piedra tosca tocó el caudal del río. El ag