Amo tu increíble pureza, tu inmensa paz, tu ardiente espíritu… tu voz lenta. Tu aroma penetrante, tu cálido abrazo, tu inquietante quietud... tu canción vibrante. Es increíble, que algo sin voz… ¡grite tanto!
Oxígeno querido, entra por la garganta, nadando, baja hasta los alvéolos, acaricia cada rincón y regresa a la atmósfera convertido en dióxido de carbono. Viaja libremente, libre del tubo. ¿Dime amigo, hay algo mejor después de una intubación?
Perdóname… por no escuchar tus lloros, por dejar surcar tus lágrimas, por dejar en el olvido tus ilusiones, por ignorarte, por hacerte inferior, por la razón negarte, por perder tu confianza, por renegar tu condición. De mi para mi, (para mi otra yo)
Hola, bienvenida. Me gusta tu aroma, tu húmeda melena, tu bella sonrisa... el remolino de tus ojos, su arcoiris, su fresca brisa... tu mirada llorosa, su carama, su cencellada, su dulce ventisca… Gracias por tus abrazos, tu inmensa entrega, tus litros de vida… Adiós lluvia, adiós. ¡Hasta la vista!