El Dolor va y viene. Llega y se larga. Se encoge y se estira. Revolotea y se empadrona. Te pellizca y se esconde. Se empodera y te agarra. Se burla, se ríe y se jacta. Así que no te encapriches con él, aunque se afane por quedarse contigo… dale largas. Desáhucialo.
A ese árbol atrapado entre las cuatro esquinas de mi ventana, a ese que sus raíces crecen en tierra de cemento, que cada vez que pare brotes tiernos el humano le mete tijera sin piedad, al que parece feliz en su solitaria soledad… dudo de si, realmente, lo será. A él le digo: "Siéntete feliz, porque cada vez que me asomo al ventanal, a mi me haces sonreír, me das felicidad"