Sin energía en el brazo de hierro,
que mojado se oxida.
Sin ganas. Nada.
Quiero estar sola.
Escondida en la oscuridad.
Salgo de paseo por obligación.
¡Con lo que antes me gustaba!
Pies de arena,
rotos, huecos…
cansados de andar.
—¿Cómo estás?
—Mejor.
Mentira, llora mi interior.
—Me alegra mucho verte. Estas hecha una campeona. Cada vez te alejas más.
Sonrío, pero no estoy a gusto.
Me urge la soledad, que no haya más preguntas, ni miradas. Quiero ser invisible. Cerrar los ojos y despertar como antes. Añoro cuando mi cuerpo era capaz.
Tengo los labios mustios, la vista cansada y la sal a punto de derretirse sobre las pestañas.
—¡ Qué bien te veo!
— Gracias. Gracias.
Ahora la sonrisa es forzada. Mi alma se siente mal. Sí, es así de tonto, lo se. Ven la fachada y yo la vivienda; tengo morriña de mi antigua fortaleza interior.
Comentarios
Publicar un comentario