Como cuesta aceptar
lo que está pasando,
en momentos la desesperación
se apodera del cuerpo...
aturde y arrastra sin control al tiempo.
La espalda se resiente.
Las costillas se clavan en el estómago.
Se embota la mente,
vomita ansiedad.
Los delgados pasos se marean,
se pisan trastocados.
El camino se nubla y todas las metas
se esfuman en una letanía de penas.
En la larga noche
el edredón sobre las piernas
parece un saco de piedras.
Cae cómo pluma de hierro
sobre el maltrecho esqueleto,
sobre las indefensas caderas,
sobre el ahogado pecho.
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