Se acerca toda sigilosa y pregunta:
"¿Cuántas chocolatinas quieres?
Estas de suerte,
hoy por tu compra,
te obsequiamos con un dulce regalo"
¡Qué risa!
Piensa, la muy necia,
que soy una más
de las adictas a sus golosinas.
Pobre ingenua,
no soy un borrego
que sigue su dulce olor.
Prefiero una onza, solo una,
de chocolate negro.
…Y la ingenua soy yo.
Sin saber cómo,
me ha vendido un lote entero.
Y para colmo de colmos,
me he quedado
sin el dulce regalo.
¡Por Dios!
que no está en la tierra,
ni en el cielo,
he sido engañada
como un borrego.
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